sábado, 25 de agosto de 2007

¿Conoces la vestimenta de los sacerdotes?


ALBA
Es una vestidura en forma de túnica, de color blanco y de corte simple.

ANILLO PASTORAL
Es el anillo que utiliza el obispo como signo de la labor que se le ha encomendado.

BACULO
Palo o cayado que termina en una bola o en una cruz y lo usan los obispos, pastores espirituales del pueblo.

BONETE
Sombrero de cuatro picos con una borla al centro utilizado anteriormente por los sacerdotes.

CASULLA
Vestidura Sagrada que se pone el Sacerdote sobre la sotana, el alba y la estola y que sirve para celebrar la Misa. Está abierta por lo alto, para que entre la cabeza, y por los lados; cae por delante y por detrás desde los hombros hasta media pierna.

CINGULO
Cordón o cinta de seda o de lino, con una borla a cada extremo, que le sirve al Sacerdote para ceñirse el alba.

DALMATICA
Es una túnica abierta por los lados y con mangas anchas, cortas y abiertas que usan los diáconos.

ESTOLA
Es la insignia sacerdotal, hecha a manera de una banda, de aproximadamente dos metros del largo que puede o no tener adornos y que se usa sobre el cuello y que cae hacia adelante.

MITRA
Es un bonete alto de forma cónica, del que cuelgan dos tiras en la parte de atrás y que es usado por los obispos.

PALIO ARZOBISPAL
Banda de lana blanca en forma de collarín, adornada con seis cruces de seda negra. Es la insignia de los arzobispos residenciales.

PLUVIAL
Es una capa que se usa para las celebraciones de la Palabra y para la adoración del Santísimo. Originalmente era igual a la casulla, pero con capuchón, actualmente va abierta por delante y la capucha se convirtió en una especie de escudo sobrecocido en la espalda.

ROQUETE
Especie de sobrepelliz cerrado y de mangas cortas.

La Sagrada Eucaristía


La Santa Eucaristía es sin duda alguna el tema central de la fe católica, cual debería ser de todos los que creemos en Cristo. A grandes rasgos, la Eucaristía es la presencia real de Jesucristo, Dios y Señor nuestro, en las especies de Pan y Vino. Se dice fácil, pero este misterio es totalmente inalcanzable para nuestra mente, nos rebasa su magnitud de amor, pero se puede comprender con los ojos de la fe.

Se lee en el Evangelio que Jesús había advertido que quien no comiera su carne ni bebiera su sangre no podría salvarse. Esto escandalizó a los judíos, pero también inquietó a los mismos discípulos del Señor. ¿Qué era eso de comerlo?, ¿Cómo se podrá comer a Jesús?, nadie pudo comprenderlo bien; eso no tenía un significado simbólico como lo tenían las parábolas, no, esa afirmación de Jesús fue directa, clara y contundente, pero no todo quedó ahí, sino que el Señor se autodenominó “comida verdadera”.

Tiempo después, los discípulos alcanzaron a comprender las palabras de su Maestro, durante la última cena. Ahí, Jesucristo tomó un pedazo de pan, lo bendijo, lo partió y se los dio diciendo: “Tomen y coman, todos de él, ya que esto es mi cuerpo, que será entregado por ustedes”. Lo mismo hizo con una copa de vino, diciendo: “Esta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres, para el perdón de los pecados”, pero además, la instrucción para sus discípulos fue: “hagan esto en conmemoración mía”, de tal suerte que cuando los discípulos (o sus sucesores, mediante la sucesión apostólica, los Obispos y los Presbíteros) pronunciaran las palabras de Cristo con pan y vino, éstas especies se convirtieran en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Esto para que todos los hombres, de todos los tiempos, de todas las razas y culturas, pudieran comerlo, unirse a Él en prenda de vida eterna, mediante la acción sagrada de la Santa Iglesia

Comiendo pan y vino consagrado, comes el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La expresión Cuerpo y Sangre quiere decir que es Jesús completo, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad. En el pan consagrado está todo Cristo, y en el vino consagrado está también todo Cristo, pues su persona no está sujeta a la división.

Ahora bien, ¿Hasta cuando Jesús está en las especies eucarísticas? , Bueno, pues está hasta que las especies desaparezcan. Por ejemplo, aunque una hostia tenga 100 años de haber sido congrada, ahí está Jesús completo, y lo estará hasta que esa hostia exista físicamente. Y eso es de fácil deducción, pues si pan y vino se convierten en Cristo, no pueden des-convertirse, en Dios no hay reversa, no está jugando con nosotros.

Además de todo lo anterior, la Eucaristía constituye la compañía de Cristo para su Iglesia. En todos los Sagrarios del Mundo reposa el Señor, ahí está, realmente presente; Dios hecho pan nos acompaña y nos seguirá acompañando hasta el final de los tiempos. Él dijo: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”, y esa promesa de Jesús se cumple y se renueva diariamente con su presencia eucarística.

Decía San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei: “Ahí lo tienes: es Rey de Reyes y Señor de Señores; está escondido en el Pan. Se humilló hasta esos extremos por amor a ti”

Lo anterior es cierto, tanto nos ama Dios que no sólo se entregó a si mismo para nuestra salvación, sino que se quedó en la sencilla forma de pan, intentando pasar oculto para los que no tiene fe, pero guardando un tesoro increíble para quienes estén dispuestos a amarle.

Es la Eucaristía, por tanto, el sacramento de los sacramentos, pues si bien es cierto que en los sacramentos se recibe la gracia de Dios, en la Eucaristía se recibe al mismo autor de la Gracia, es Dios mismo quien entra para habitar y hacer su morada en nuestra pobre alma. Por lo tanto, si Dios hace su morada en nuestra alma, ésta debe estar limpia de pecado grave, pues Dios no habita en el pecado, son esencialmente incompatibles. Por ello hay que aprovechar la mano que Dios tiende al pecador y limpiarnos en el sacramento de la Confesión, para obtener así el estado de gracia, caracterizado por la ausencia de pecado mortal

Recibir a Jesucristo Eucaristía en pecado grave, hace que, como decía San Pablo, nos comamos nuestra propia condenación, es decir, cometemos un pecado gravísimo llamado Sacrilegio, que no es otra cosa que producto de burlarnos del sacramento. Ya Cristo se lo dijo a Pedro cuando éste se negaba a que el Señor le levara los pies antes de la Cena: “Si no te lavo, no podrás compartir conmigo”, y esa frase, Jesús nos la dice a todos nosotros cuando, antes de comulgar, nos damos cuenta que no estamos en estado de gracia.

Así pues, debemos y tenemos la obligación de aprovechar este grandioso e inimaginable Sacramento. La Eucaristía sirve de mucho en nosotros; sobretodo, nos da la fuerza necesaria para soportar el espinoso camino que conduce a la salvación, pero además nos otorga un sin fin de gracias espirituales para, si las aprovechamos, asemejarnos un poquito más a Cristo y ser luz en medio del Mundo. No hay que dejar que Jesús pase en medio de nosotros sin llevarlo a nuestra alma, no lo podemos comprender del todo, pero este misterio eucarístico vale más que la humanidad entera.

sábado, 18 de agosto de 2007

Lo más importante no es creer en Dios, sino creerle a Dios


Todas las culturas, de todos los tiempos y de todas las regiones, han tenido siempre presente la existencia de un Dios. El hecho de que hay un Dios es una verdad tan real que se puede encontrar una población sin monumentos, o sin comida típica, o tal vez sin estructuras sociales y económicas, pero jamás se encontrará una civilización sin templos. Es tan clara la presencia de Dios, que hasta las culturas más atrasadas y remotas han sabido de su existencia, aunque lo han representado de diversas formas. Dios existe y me atrevería a decir que, incluso, es una obviedad, siempre y cuando partamos de principios físicos y filosóficos, como el de la causalidad eficiente y el del orden del universo. Y, por si fuera poco, Dios se manifestó en la Tierra cuando tomó forma humana en la persona de Jesucristo, redentor de la humanidad.

Entonces, lo importante no es creer en Dios, pues, ¿quién no cree? Realmente los ateos puros son muy pocos, mínimos con respecto al grueso de la humanidad. El Dios verdadero se auto reveló, como ya lo dije, tomando forma humana y, mediante señales poderosas, dejó ver que efectivamente se trataba de Dios.

Partiendo de lo anterior, si Dios vino al Mundo para darse a conocer, ¿por qué no le creemos? Jesucristo vino para anunciar la salvación a los hombres, salvación que se concreta con la vida eterna a su lado. Pero esta salvación debe de ganarse en la Tierra, y para eso, Él mismo instituyó a la Iglesia. La Iglesia, entonces, no parte de la nada, sino que Cristo (cuya venida al mundo es innegable en la historia) la funda para ser guía de santidad, y para que quien la integre y obedezca sus mandatos, pueda alcanzar la salvación. Jesucristo dijo esto muy claramente. Por lo tanto, negar a la Iglesia es negar a Cristo, y negar a Cristo es negar a Dios y a toda su creación, lo que implicaría negar el universo y a nosotros mismos

Jesucristo dejó para su Iglesia una serie de mandatos que se conservan intactos, mandatos vitales para llevar a cabo nuestra salvación. Sin embargo, mucha gente se hace un Jesucristo “a la manera que le conviene” y cae en el relativismo de decir: “Para mi, esto no es pecado”. Habrá que aclarar que, en el caso de la Ley de Dios, el subjetivismo no cabe, pues Dios es aquel que todo lo sabe bien. Por ello, las normas que nos dejó Jesucristo, y que transmite la Iglesia, son de verdad esencial, y si no las seguimos, le estamos dando la espalda a Dios. Además, esas normas van de acuerdo siempre con la razón humana y con la esencia del hombre en cuanto a hombre; Dios no nos pide imposibles, sino cosas que nos santifican y nos hacen parecernos un poquito a Él.

Muchas de las normas, no las dijo Cristo exactamente, sino que son derivaciones de su palabra, pues la Iglesia se ajusta a la época, pero siempre partiendo de la base de Jesucristo. Así, por ejemplo, hace 2000 no era común el uso de anticonceptivos, pero ahora la Iglesia lo prohíbe basándose en el principio fundamental, dictado por Dios, de respetar y permitir la vida humana. Cabe señalar que, en cuestiones de fe y moral, el Papa es infalible, pues Dios le otorgó el derecho de atar y desatar, es decir, de permitir y prohibir, y lo que él ate o desate aquí, el Cielo lo tendrá por hecho, y el Cielo (Dios) no puede equivocarse. Jesucristo, cuando eligió a Pedro como cabeza de la Iglesia, le dijo lo siguiente:

“Y ahora yo te digo que tu eres Pedro, es decir piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no la podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino del Cielo; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo”

Entonces, Dios mismo fundó la Iglesia, no fue fundada por hombres. Sin embargo está integrada personas, imperfectas y pecadoras, pero cuenta siempre con la protección de Jesucristo, lo cual hace que la doctrina se siempre la correcta. En cuestión de dogmas de fe y mandatos, ninguno de los más de 250 Papas se han contradecido. Entonces, aunque la Iglesia ha cometido muchos errores en la historia, lo que nos manda es lo que quiere Dios, y aunque no sigamos el ejemplo de los malos pastores, debemos obedecerla.

sábado, 11 de agosto de 2007

La Iglesia Católica, única y verdadera


La afirmación que dicta el título de este artículo puede parecer algo muy reiterativo a lo largo de los siglos y en todo el mundo, e incluso algo dogmático y mal visto, pero es realidad con fundamento, realidad impregnada por la gracia divina presente a lo largo de la historia.

Vayamos por partes. Tres características hacen a la Iglesia Católica “la buena”: Que es Revelada, que es Universal y que es Verdadera. A continuación iré desglosando estos términos para que quede claro.

Desde que el hombre es hombre, ha tenido siempre la concepción de Dios, y lo ha plasmado de diferentes maneras. A lo largo de la historia y en cualquier lugar del planeta, se pueden encontrar civilizaciones sin monumentos o incluso sin casas, pero jamás se ha visto una cultura sin templos. Sin embargo Dios estaba mitificado, pues nadie lo vio jamás y las personas se intentaban acercar a Él de acuerdo a construcciones que ellos mismos imaginaban, pero a fin de cuentas era un Dios (o varios dioses) desconocido.

Dios, el único y eterno, creador de todo lo que existe, escogió desde siempre al pueblo judío como estirpe elegida en medio del mundo, para en él, manifestarse y poder llegar al culmen de la revelación y mostrar todo su amor para salvar a todos los hombres. Y así surgió el judaísmo, la más antigua de las religiones que aún subsiste, y Dios se manifestaba en medio de ellos, revelando muchas cosas e incluso una forma de comportamiento para ser bueno a sus ojos.

Llegada la plenitud de los tiempos, Dios tomó forma humana en Jesucristo, Dios hijo, y vivió en medio de nosotros, siendo Él perfecto Dios y perfecto hombre. En él ya no hay duda, el Dios invisible se hace visible, y nos revela lo necesario para la salvación, además de abrirnos el cielo con su muerte en cruz. En la tierra, Dios fundó y edificó una Iglesia, su pueblo santo que sustituye el pueblo judío, una Iglesia con una jerarquía, y a la que se entra con el Bautismo. La Iglesia es el centro para que todos los hombres puedan salvarse y llegar al conocimiento de la verdad, el plan de Dios.

Toso esto significa que el catolicismo es revelado, lo que queda manifestado plenamente en el libro de los Hechos de los Apóstoles, cuando se narra la llegada de el Apóstol Pablo a Atenas: Pablo vio un altar que decía: “Al dios desconocido”, y les dijo: “Este Dios al que honran, ya tiene nombre: Jesucristo”

La Iglesia fundada por Jesús tiene un centro visible, Pedro, y sus sucesores, los Papas. “Yo te digo que tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no la podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos, todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedara desatado en el cielo” Con esta ultima sentencia, Cristo la segura a Pedro que siempre estará a su lado en las desiciones que tome en el cargo, y eso es válido para todos los Papas, por lo que el Papa es infalible es cuestiones de fe y moral. La sucesión apostólica y el orden sacerdotal tiene su base en la misión de Cristo de transmitir sus enseñanzas y la gracia a todos los hombres, y los apóstoles no podrían haberlo hecho 2000 años y por todo el mundo, no eran eternos ni teletransportistas, pues perpetúan su misión. Ya desde los primeros días de la Iglesia se habla de Diáconos, Presbíteros y Obispos

Los hermanos separados dicen que la Católica no es la Iglesia de Cristo, y se basan en los Santos Evangelios, aunque habrá que decirles que cuando éstos fueron escritos, la Iglesia ya existía y con una estructura bien formada, prácticamente igual a la actual, con una cabeza y una jerarquía eclesial.

Si creemos en Jesucristo como Dios (y vaya que Dios muchísimas pruebas de serlo), debemos reconocer entonces que la Iglesia Católica es la única. Nos dice la escritura “Ahí donde esta Pedro, ahí esta la Iglesia de Cristo”. Y todos los que de alguna manera se han separado del tronco, la Iglesia, se han dividido más y más en el caos. Para muestra, basta el ejemplo de las miles de sectas surgidas a partir del protestantismo.

La Iglesia es Universal porque el mensaje de salvación que trae es para todos los hombres, de todas las lenguas, de todas las razas, de todas las culturas, de todos los tiempos. La misión es que todos los hombres tengamos a Cristo por Señor y con una sola fe. Esto la hace única entre todas las religiones del mundo, y para ello habrá que ver su rápida evolución desde el Siglo I.

Finalmente, es Verdadera porque sus enseñanzas pueden ser comprendidas, o al menos conocidas, por la razón humana, y se ajustan a la ley natural y al deber ser. Digamos que las normas de la Iglesia “no tienen desperdicio” y hacen que el hombre pueda ser mejor hombre, y sobretodo, ayudar a que los demás sean mejores también. En la Iglesia Católica, Dios no es ya un mito, sino una verdad esencial, una verdad hecha carne y que sale el encuentro del hombre.

Decir creer en Cristo y negar a su Iglesia, es no creer verdaderamente en Él, pues dejas de lado quizá la parte central de su mensaje de salvación, y eso conlleva a no conocerlo ni amarlo como Él lo ha querido. Sin embargo cabe aquí mencionar que las religiones cristianas, y en general todas las existentes, tiene visos de verdad, es decir que no están totalmente en la mentira, hay verdades y muy buenas, por lo que no debemos despreciar a las personas no Católicas. Todas las religiones del mundo tienen algo de verdad, en la medida en que algunos de sus principios coincidan con los de la Santa Iglesia.

lunes, 6 de agosto de 2007

Visión sobrenatural


Sin lugar a dudas el mundo absorbe mucho; las presiones cotidianas, el trabajo, la escuela, la familia y demás actividades, consumen nuestra energía y nuestro tiempo, y no está mal. Sin embargo, a la mayor parte de la gente se le olvida que este mundo no lo es todo, y que detrás hay algo mucho más importante: la vida eterna que Dios nos tiene prometida. En otras palabras, a las personas nos falta mucha visión sobrenatural, entendiéndose sobrenatural no como algo de fantasmas o monstruos, sino como la presencia viva de Dios nuestro Señor.

Dice una oración que debemos saber aprovechar los bienes del mundo para que no nos impidan alcanzar los del Cielo, y esto es justamente el principal problema de la humanidad. Creemos que lo más importante es vivir “cómodos” o sin sobresaltos, pero la realidad es otra, ya que eso no vale nada pues éste mundo es limitado y finito. Lo que realmente vale es la vida eterna de Dios, y muchas veces ésta se alcanza sufriendo en el mundo, a imagen de Jesucristo. Todos los problemas, injusticias y dolencias de éste mundo nos abren una brecha hacia el camino verdadero; son medios de santificación. Ya lo dice el mismo Jesucristo: “Entren por la puerta angosta, porque la puerta ancha conduce a la perdición y muchos entran por ahí; angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la salvación”.

Si solo pensamos en vivir bien en éste mundo, tal vez lo logremos, pero lo realmente importante es esforzarnos para poder vivir eternamente a lado de Dios; hay que tener esa visión sobrenatural. Visión sobrenatural consiste en ver al mundo de otra manera, verlo con los ojos de Dios, verlo como un lugar en el que estamos de paso y en el cual debemos santificarnos. El que no tiene visión sobrenatural, se entrega totalmente a los placeres, pues “mañana moriremos”, acumula bienes materiales y pocos espirituales, se preocupa por cosas superficiales y para si mismo.

Ahora bien, ese trabajo para poder llegar a la vida eterna exige y demanda mucho de nosotros. Debemos acumular tesoros en el Cielo, porque si los acumulamos en la tierra, ¿me llevaré algo cuando me muera? En cambio, si hago mi tesoro en el cielo, éste me estará esperando cuando muera. Pero, ¿cómo hacer un tesoro en el cielo? Pues muy fácil: ejercitando las obras de misericordia, que sin duda alguna me llevan a pensar en los demás más que en mi mismo, cumpliendo los mandamientos de la Ley de Dios y soportando estoicamente y con un gran espíritu de amor, los sufrimientos que Dios nos mande, ya que el dolor, en cualquiera de sus manifestaciones, nos purifica, tal y como lo dejó en claro nuestro Señor Jesús; nos purifica de las manchas dejadas por el pecado en nuestra alma.

Visión sobrenatural significa también no sobrevalorar el mundo. No se debe sobrevalorar porque a fin de cuentas el mundo, al ser corrompido por el pecado, tiende al mal y me remito a los hechos para constatarlo. Bien se dice que los enemigos del alma son mundo, demonio y carne. Eso no significa que no luchemos por un mundo mejor, sino que hay que luchar e iluminarlo con la luminaria de nuestra fe y nuestro amor, siempre teniendo presente que por encima de éste objetivo esta el de ganar el Cielo, aunque de alguna u otra manera van de la mano. También la visión consiste en no apegarnos a los bienes del mundo, es decir, “a lo mundano”, ya que éstos pueden alejarnos de Dios porque son inmediatos y placenteros.

Finalmente, la visión sobrenatural hace que todo lo aparentemente malo a los ojos del mundo, como la muerte de un ser querido, el dolor físico o emocional, los fracasos laborales o sentimentales, las crisis económicas, etc., sea para nosotros una bendición de Dios, ya que gracias a todo esto nos podemos santificar y estar más cerca de la vida sobrenatural. Es difícil entenderlo, pero mientras Dios más nos ama, más nos da sufrimientos en ésta vida, pues Él quiere que nos salvemos y seamos felices eternamente, y justamente los sufrimientos terrenales son grandes medios de salvación. El papa Benedicto XVI dijo en alguna ocasión que “no hay salvación sin cruz”, y estas palabras deben llegar muy al fondo de nuestra mente para que pensemos que nuestro objetivo es ir “más allá” del mundo visible.

Quisiera terminar con una frase que en alguna ocasión me mencionó mi querida Alexandra Strong:

Los sufrimientos son caricias de Dios.