La Santa Eucaristía es sin duda alguna el tema central de la fe católica, cual debería ser de todos los que creemos en Cristo. A grandes rasgos, la Eucaristía es la presencia real de Jesucristo, Dios y Señor nuestro, en las especies de Pan y Vino. Se dice fácil, pero este misterio es totalmente inalcanzable para nuestra mente, nos rebasa su magnitud de amor, pero se puede comprender con los ojos de la fe.
Se lee en el Evangelio que Jesús había advertido que quien no comiera su carne ni bebiera su sangre no podría salvarse. Esto escandalizó a los judíos, pero también inquietó a los mismos discípulos del Señor. ¿Qué era eso de comerlo?, ¿Cómo se podrá comer a Jesús?, nadie pudo comprenderlo bien; eso no tenía un significado simbólico como lo tenían las parábolas, no, esa afirmación de Jesús fue directa, clara y contundente, pero no todo quedó ahí, sino que el Señor se autodenominó “comida verdadera”.
Tiempo después, los discípulos alcanzaron a comprender las palabras de su Maestro, durante la última cena. Ahí, Jesucristo tomó un pedazo de pan, lo bendijo, lo partió y se los dio diciendo: “Tomen y coman, todos de él, ya que esto es mi cuerpo, que será entregado por ustedes”. Lo mismo hizo con una copa de vino, diciendo: “Esta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres, para el perdón de los pecados”, pero además, la instrucción para sus discípulos fue: “hagan esto en conmemoración mía”, de tal suerte que cuando los discípulos (o sus sucesores, mediante la sucesión apostólica, los Obispos y los Presbíteros) pronunciaran las palabras de Cristo con pan y vino, éstas especies se convirtieran en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Esto para que todos los hombres, de todos los tiempos, de todas las razas y culturas, pudieran comerlo, unirse a Él en prenda de vida eterna, mediante la acción sagrada de la Santa Iglesia
Comiendo pan y vino consagrado, comes el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La expresión Cuerpo y Sangre quiere decir que es Jesús completo, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad. En el pan consagrado está todo Cristo, y en el vino consagrado está también todo Cristo, pues su persona no está sujeta a la división.
Se lee en el Evangelio que Jesús había advertido que quien no comiera su carne ni bebiera su sangre no podría salvarse. Esto escandalizó a los judíos, pero también inquietó a los mismos discípulos del Señor. ¿Qué era eso de comerlo?, ¿Cómo se podrá comer a Jesús?, nadie pudo comprenderlo bien; eso no tenía un significado simbólico como lo tenían las parábolas, no, esa afirmación de Jesús fue directa, clara y contundente, pero no todo quedó ahí, sino que el Señor se autodenominó “comida verdadera”.
Tiempo después, los discípulos alcanzaron a comprender las palabras de su Maestro, durante la última cena. Ahí, Jesucristo tomó un pedazo de pan, lo bendijo, lo partió y se los dio diciendo: “Tomen y coman, todos de él, ya que esto es mi cuerpo, que será entregado por ustedes”. Lo mismo hizo con una copa de vino, diciendo: “Esta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres, para el perdón de los pecados”, pero además, la instrucción para sus discípulos fue: “hagan esto en conmemoración mía”, de tal suerte que cuando los discípulos (o sus sucesores, mediante la sucesión apostólica, los Obispos y los Presbíteros) pronunciaran las palabras de Cristo con pan y vino, éstas especies se convirtieran en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Esto para que todos los hombres, de todos los tiempos, de todas las razas y culturas, pudieran comerlo, unirse a Él en prenda de vida eterna, mediante la acción sagrada de la Santa Iglesia
Comiendo pan y vino consagrado, comes el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La expresión Cuerpo y Sangre quiere decir que es Jesús completo, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad. En el pan consagrado está todo Cristo, y en el vino consagrado está también todo Cristo, pues su persona no está sujeta a la división.
Ahora bien, ¿Hasta cuando Jesús está en las especies eucarísticas? , Bueno, pues está hasta que las especies desaparezcan. Por ejemplo, aunque una hostia tenga 100 años de haber sido congrada, ahí está Jesús completo, y lo estará hasta que esa hostia exista físicamente. Y eso es de fácil deducción, pues si pan y vino se convierten en Cristo, no pueden des-convertirse, en Dios no hay reversa, no está jugando con nosotros.
Además de todo lo anterior, la Eucaristía constituye la compañía de Cristo para su Iglesia. En todos los Sagrarios del Mundo reposa el Señor, ahí está, realmente presente; Dios hecho pan nos acompaña y nos seguirá acompañando hasta el final de los tiempos. Él dijo: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”, y esa promesa de Jesús se cumple y se renueva diariamente con su presencia eucarística.
Decía San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei: “Ahí lo tienes: es Rey de Reyes y Señor de Señores; está escondido en el Pan. Se humilló hasta esos extremos por amor a ti”
Lo anterior es cierto, tanto nos ama Dios que no sólo se entregó a si mismo para nuestra salvación, sino que se quedó en la sencilla forma de pan, intentando pasar oculto para los que no tiene fe, pero guardando un tesoro increíble para quienes estén dispuestos a amarle.
Es la Eucaristía, por tanto, el sacramento de los sacramentos, pues si bien es cierto que en los sacramentos se recibe la gracia de Dios, en la Eucaristía se recibe al mismo autor de la Gracia, es Dios mismo quien entra para habitar y hacer su morada en nuestra pobre alma. Por lo tanto, si Dios hace su morada en nuestra alma, ésta debe estar limpia de pecado grave, pues Dios no habita en el pecado, son esencialmente incompatibles. Por ello hay que aprovechar la mano que Dios tiende al pecador y limpiarnos en el sacramento de la Confesión, para obtener así el estado de gracia, caracterizado por la ausencia de pecado mortal
Recibir a Jesucristo Eucaristía en pecado grave, hace que, como decía San Pablo, nos comamos nuestra propia condenación, es decir, cometemos un pecado gravísimo llamado Sacrilegio, que no es otra cosa que producto de burlarnos del sacramento. Ya Cristo se lo dijo a Pedro cuando éste se negaba a que el Señor le levara los pies antes de la Cena: “Si no te lavo, no podrás compartir conmigo”, y esa frase, Jesús nos la dice a todos nosotros cuando, antes de comulgar, nos damos cuenta que no estamos en estado de gracia.
Así pues, debemos y tenemos la obligación de aprovechar este grandioso e inimaginable Sacramento. La Eucaristía sirve de mucho en nosotros; sobretodo, nos da la fuerza necesaria para soportar el espinoso camino que conduce a la salvación, pero además nos otorga un sin fin de gracias espirituales para, si las aprovechamos, asemejarnos un poquito más a Cristo y ser luz en medio del Mundo. No hay que dejar que Jesús pase en medio de nosotros sin llevarlo a nuestra alma, no lo podemos comprender del todo, pero este misterio eucarístico vale más que la humanidad entera.
2 comentarios:
Tienes razón, además de ser el milagro eterno, es la comida que fortalece, por la cual, podemos seguir adelante siempre.
Y esa es la diferencia de ¿porque? los hermanos separados (protestantes) constantemente tienen que estarse exorcisando entre ellos, porque no se alimentan del Dios vivo.
Animo, sigue adelante, escribe mas cosas.
Que Dios te bendiga
Los que se exorcisando son los llamados lideres espirituales desde tiempos antiguos la biblia lo llama la gran babilonia cuna de hechizeros y la que embriaga a reyes príncipes y ala gran multitud.hechenle una repasada a el libro de Apocalipsis y van a comprender el gran misterio.no debemos de olvidar de los mártires cristianos que fueron cruelmente asesinados en nombre de la llamada santa iglesia. Si enverdad quieren esperimentar el verdadero pan de vida necesitan q ser lavados x la sangre del cordero q quita el pecado del mundo y recibir el espiritu santo sin necesidad diaria de la eucariasta.este es el misterio.
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